jueves, 19 de julio de 2018

María: la Madre que el mismo Dios quiso compartir con nosotros.




Ignacio Montaño Jimenez

 LA VIRGEN DE KAZÁN Y GAGARÍN

La Estación Espacial Internacional, el centro de investigación en órbita alrededor de nuestro planeta, muestra en lugar preferente una imagen de la famosa Virgen de Kazán, acendrada devoción del pueblo ruso y referencia común de ortodoxos y católicos.
El icono fue un regalo del patriarca Kiril al Director de la Agencia Espacial Rusa, con motivo de cumplirse las bodas de oro del primer lanzamiento de un hombre al espacio, el también ruso Yuri Gagarín.

La presencia maternal de la Virgen María con el Niño en brazos, que permanece desde 2011 en la nave que ocupan astronautas y científicos de los más diversos países y religiones, es un modelo de convivencia y de respeto para todos nosotros, empeñados muchas veces en perseguir las ideas que no nos gustan con la ofensa e incluso con la agresión.
En las imágenes suministradas por la NASA se observa junto al cuadro de la Virgen otro del propio Gagarín, famoso además por su expresión acerca de que no había visto a ningún Dios por aquellas alturas.
A mayor abundamiento de cómo respira el mundo de la cultura y de la ciencia, el astronauta Thomas D. Jones, en su libro autobiográfico “Caminando por el cielo”, señala: “Kevin compartió el Cuerpo de Cristo con Sid y conmigo, y flotamos en la cabina de vuelo reflexionando en silencio en ese momento de paz y de verdadera comunión con Cristo”.
No se trata de un caso aislado, ya que otros astronautas norteamericanos llevaron igualmente hostias consagradas que les permitieron comulgar semanalmente durante toda su travesía.
Estos hechos ponen de manifiesto, una vez más, como los acontecimientos que a diario maltratan la convivencia en nuestro país en materia de intransigencia religiosa, política o cultural, pertenecen más al campo de la siquiatría que al de las ideas, al de los radicalismos que al de la razón.



Algunas perlas recientes: discutir la presencia de determinados personajes históricos en el escudo de las ciudades, alegar la filiación política del que aceptó la iniciativa cofradiera de considerar devota de la Virgen a una Sevilla que lleva siglos perfilando en el cielo más cruces que nadie, amenazar con el aquelarre de los incendios de templos, desnudarse groseramente en la intimidad de una capilla para provocar su cierre.
Quizás fuera conveniente que quienes nos rigen y quienes aspiran a regirnos, recibieran cursos de convivencia en la Estación Espacial Internacional y se acostumbraran a la visión conjunta de moros y cristianos.
Sigue siendo, no obstante, aún más sorprendente la actitud de aquellos devotos de la Virgen que permanecen entre sol y sombra, ni fríos ni calientes, en la tibieza que el mismo Dios rechaza en el Apocalipsis: “Ojalá fueras frío  o caliente; pero porque eres tibio estoy a punto de vomitarte de mi boca”.
Una ciudad mariana se supone que está formada por una gran cantidad de ciudadanos marianos, hijos de María: la Madre que el mismo Dios quiso compartir con nosotros.
¿Hasta dónde piensan llegar unos y otros, con su osadía  o con su pasividad? ¿Habremos de ocultar, otra vez, nuestras imágenes?
¿Tendremos que volver a considerar héroes a aquellos que ingenien procedimientos para que la Macarena, un poner, continúe otro medio siglo entre nosotros?
Que la indolencia, la inercia de parte de los cincuenta mil penitentes y de sus familias, no permita que se inicie el camino para dejar a nuestros hijos y nietos sin su Borriquita y a las espadañas que perfilan nuestros cielos sin la cruz; esa cruz rechazada que es la misma que adelanta la entrega del Silencio, que mide la zancada eterna del Gran Poder, que sostiene la interminable agonía del Cachorro y que cae tres veces sobre el puente.
Por favor, vamos a dejar de jugar con las cosas del espíritu, denominador común de gran parte de los sevillanos.
 ¡Hay tanto que hacer para que Sevilla sea la ciudad  soñada por tantos de nuestros paisanos! En esta línea, un buen ejemplo es el que da nuestro Alcalde, alabando en público su formación en un Colegio Salesiano.
Formemos la bulla. Una bulla de voluntades acordes en querer lo mejor para todos los sevillanos, en la que quepan cuantos desean recuperar el pulso fuerte ante el desvanecimiento de las expectativas de la gente, sobre todo de la gente joven y de la más necesitada.







Nuestra Señora del Carmen , Santísimo Cristo de Bondad ( Hermandad Sacramental del Carmen de San Leandro de Sevilla)


Busquemos una formula basada en lo mejor de cada uno, en el denominador común de quienes modelaron los mejores momentos de la historia de la ciudad y de quienes mejor la soñaron desde el exilio o la incomprensión.
Valga el modelo de los astronautas. O, si me lo permiten y por cercanía, el de los costaleros.
Preguntad si no a tantos y tantos sevillanos que compartieron y comparten trabajadera por ese ejercicio supremo de armonía que es una “levantá”, hecha con el esfuerzo de gente de toda condición.
¡Todo es ponerse!
 Y ya puestos por Sevilla, ¡a ésta es!

                                      Ignacio Montaño Jiménez.-


        Crestomatía del Conde Yndiano de Ballabriga