Ignacio
Montaño Jimenez
LA VIRGEN DE KAZÁN Y GAGARÍN
La
Estación Espacial Internacional, el centro de investigación en órbita alrededor
de nuestro planeta, muestra en lugar preferente una imagen de la famosa Virgen
de Kazán, acendrada devoción del pueblo ruso y referencia común de ortodoxos y
católicos.
El
icono fue un regalo del patriarca Kiril al Director de la Agencia Espacial
Rusa, con motivo de cumplirse las bodas de oro del primer lanzamiento de un
hombre al espacio, el también ruso Yuri Gagarín.
La
presencia maternal de la Virgen María con el Niño en brazos, que permanece
desde 2011 en la nave que ocupan astronautas y científicos de los más diversos
países y religiones, es un modelo de convivencia y de respeto para todos
nosotros, empeñados muchas veces en perseguir las ideas que no nos gustan con
la ofensa e incluso con la agresión.
En
las imágenes suministradas por la NASA se observa junto al cuadro de la Virgen
otro del propio Gagarín, famoso además por su expresión acerca de que no había
visto a ningún Dios por aquellas alturas.
A
mayor abundamiento de cómo respira el mundo de la cultura y de la ciencia, el
astronauta Thomas D. Jones, en su libro autobiográfico “Caminando por el
cielo”, señala: “Kevin compartió el
Cuerpo de Cristo con Sid y conmigo, y flotamos en la cabina de vuelo
reflexionando en silencio en ese momento de paz y de verdadera comunión con
Cristo”.
No
se trata de un caso aislado, ya que otros astronautas norteamericanos llevaron igualmente
hostias consagradas que les permitieron comulgar semanalmente durante toda su
travesía.
Estos
hechos ponen de manifiesto, una vez más, como los acontecimientos que a diario
maltratan la convivencia en nuestro país en materia de intransigencia religiosa,
política o cultural, pertenecen más al campo de la siquiatría que al de las
ideas, al de los radicalismos que al de la razón.
Algunas
perlas recientes: discutir la presencia de determinados personajes históricos
en el escudo de las ciudades, alegar la filiación política del que aceptó la
iniciativa cofradiera de considerar devota de la Virgen a una Sevilla que lleva
siglos perfilando en el cielo más cruces que nadie, amenazar con el aquelarre
de los incendios de templos, desnudarse groseramente en la intimidad de una
capilla para provocar su cierre.
Quizás
fuera conveniente que quienes nos rigen y quienes aspiran a regirnos,
recibieran cursos de convivencia en la Estación Espacial Internacional y se
acostumbraran a la visión conjunta de moros y cristianos.
Sigue
siendo, no obstante, aún más sorprendente la actitud de aquellos devotos de la
Virgen que permanecen entre sol y sombra, ni fríos ni calientes, en la tibieza
que el mismo Dios rechaza en el Apocalipsis: “Ojalá fueras frío o caliente; pero porque eres tibio estoy a
punto de vomitarte de mi boca”.
Una
ciudad mariana se supone que está formada por una gran cantidad de ciudadanos
marianos, hijos de María: la Madre que el mismo Dios quiso compartir con
nosotros.
¿Hasta
dónde piensan llegar unos y otros, con su osadía o con su pasividad? ¿Habremos de ocultar,
otra vez, nuestras imágenes?
¿Tendremos
que volver a considerar héroes a aquellos que ingenien procedimientos para que
la Macarena, un poner, continúe otro medio siglo entre nosotros?
Que
la indolencia, la inercia de parte de los cincuenta mil penitentes y de sus
familias, no permita que se inicie el camino para dejar a nuestros hijos y
nietos sin su Borriquita y a las espadañas que perfilan nuestros cielos sin la
cruz; esa cruz rechazada que es la misma que adelanta la entrega del Silencio,
que mide la zancada eterna del Gran Poder, que sostiene la interminable agonía
del Cachorro y que cae tres veces sobre el puente.
Por
favor, vamos a dejar de jugar con las cosas del espíritu, denominador común de
gran parte de los sevillanos.
¡Hay tanto que hacer para que Sevilla sea la
ciudad soñada por tantos de nuestros
paisanos! En esta línea, un buen ejemplo es el que da
nuestro Alcalde, alabando en público su formación en un Colegio Salesiano.
Formemos
la bulla. Una bulla de voluntades acordes en querer lo mejor para todos los
sevillanos, en la que quepan cuantos desean recuperar el pulso fuerte ante el
desvanecimiento de las expectativas de la gente, sobre todo de la gente joven y
de la más necesitada.
Nuestra Señora del Carmen , Santísimo Cristo de Bondad ( Hermandad Sacramental del Carmen de San Leandro de Sevilla)
Busquemos
una formula basada en lo mejor de cada uno, en el denominador común de quienes
modelaron los mejores momentos de la historia de la ciudad y de quienes mejor
la soñaron desde el exilio o la incomprensión.
Valga
el modelo de los astronautas. O, si me lo permiten y por cercanía, el de los
costaleros.
Preguntad
si no a tantos y tantos sevillanos que compartieron y comparten trabajadera por
ese ejercicio supremo de armonía que es una “levantá”, hecha con el esfuerzo de
gente de toda condición.
¡Todo
es ponerse!
Y ya puestos por Sevilla, ¡a ésta es!
Ignacio
Montaño Jiménez.-
Crestomatía del Conde Yndiano de Ballabriga