Antonio Pozo Indiano
La afición cervantina de Thomas Jefferson y cómo
transmitía la importancia del español a sus hijas a través del Quijote.
Los vínculos entre España y Estados Unidos tienen unas raíces históricas
y culturales profundas, las cuales se remontan a los primeros viajes de los
descubridores españoles en tierra norteamericana en el siglo XVI. El
descubrimiento de La Florida, en 1513, por Juan Ponce de León, o el establecimiento de las
misiones franciscanas, germen de grandes metrópolis como Los Ángeles, San
Francisco, San Diego o San Antonio, reflejan esos lazos históricos comunes. Al
igual que la contribución decisiva de Bernardo de Gálvez en la Independencia de
las 13 Colonias. Siendo así, no es del todo extraño oír que el español es la
segunda lengua más hablada hoy en EE.UU., así como la más estudiada.
Personalidades históricas como Thomas Jefferson, uno de los Padres
Fundadores de los Estados Unidos de América, destacó por su inclinación por la
lengua española. A través de un vídeo producido por el think tank The Hispanic Council, se
cuenta como el presidente estadounidense leía a sus hijas, cada noche, 10 páginas del Quijote en lengua española. Una
obra universal, que marcó el inicio de un género literario, la novela clásica
europea, y que se estaba comenzando a revalorizar en el siglo XVIII fuera de
las fronteras españolas. Jefferson es uno de los ejemplos que marca este gran
interés por Miguel de Cervantes, un dato que se contrasta con las repetidas
obras que se encontraron del escritor en sus bibliotecas.
Thomas Jefferson fue una figura fundamental en la historia
estadounidense por ser uno de los redactores principales de la Declaración de
Independencia, y el tercer presidente de la nación entre 1801 y 1809. Fue
reconocido por su destreza política, su lucha por la libertad de la nación
americana y por ser el arquitecto de los principios fundamentales de la base
constitucional norteamericana. Sin embargo, poco se ha mencionado su entusiasmo
por el aprendizaje, relación y defensa del español como idioma.
Tras su viaje a
París para tomar su cargo de embajador en Francia, Jefferson perfeccionó su
aprendizaje del español leyendo El
Quijote, en tan solo 19 días, junto con una guía de gramática
como apoyo. Según él, la necesidad de aprender este idioma derivaba de la
importancia en las futuras relaciones entre el continente americano y la
Península, además de que el castellano fue la lengua en la que se había escrito
la antigua historia de las Américas. Todo ello según el relato de las Memorias de John Quincy Adams,
un diplomático y político estadounidense que se entrevistó con Jefferson los
últimos años de su vida.
Pese al escaso
consenso entre los historiadores sobre si Thomas Jefferson tuvo un gran dominio
del español a la hora de comunicarse de manera oral, sí coinciden en que solía
recomendar a familiares y allegados aprender el castellano a través del
Quijote, guía fundamental para comprender la cercana realidad norteamericana y,
en general, del mundo. Fueron muchas las misivas que envió a sus sobrinos
insistiendo en dicha tarea. Además, resalta su curiosidad en leer la historia
de las exploraciones españolas en el territorio americano, lo que le llevó a
adquirir una gran cantidad de obras en lengua hispana que leyó y coleccionó a
lo largo de su vida, como «Historia
de la Nueva España escrita por Hernán Cortés». Incluso,
adquirió retratos de Colón, Américo Vespucio, Cortés, Magallanes en su casa de
Monticello, donde las mostraba con entusiasmo cada vez que recibía visitas.
Irene Mira
DIARIO ABC
10 -6-2019
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