Antonio Pozo Indiano
Los faraones no
contaron con un ejército profesional y nacional hasta el 1500 a.C. Ahora se han
encontrado las ruinas de una fortaleza militar levantadadurante la dinastía XXVI
(664-525 a.C.)
Los faraones no contaron con un
ejército profesional y nacional hasta el reino nuevo, hacia el 1500 a.C. Hasta
entonces las tropas eran más bien milicias controladas y armadas por patriarcas
familiares, ya fueran alcaldes de pueblos o gobernadores de provincia. Cuando
el monarca les necesitaba para emprender una campaña, sus cabecillas cedían a
sus uniformados. Retazos de la historia castrense de los faraones acaban de
aparecer en el norte de la península del Sinaí, la frontera oriental del
imperio.
Una misión egipcia ha firmado el
hallazgo de las ruinas de una fortaleza militar. Fueron levantadas durante la
dinastía XXVI (664-525 a.C.), en tiempos de la última estirpe de faraones
nativos que gobernaron el país antes de la conquista de los persas en el 525
a.C. Un siglo que la historia bautizó como período saita, porque la corte
estableció su sede en la ciudad de Sais, emplazada en el delta del Nilo.
El descubrimiento ha arrojado luz
sobre nuevas zonas del yacimiento de Tell el Kadwa. La labor de los arqueólogos
ha rescatado los vestigios de lo que fueron las torres norte y sur de la
fortaleza militar, construida en ladrillo de barro. Hace una
década, otra expedición había desenterrado ya el muro oriental de la
fortificación, considerado entonces el más antiguo de la historia egipcia.
La misión, no obstante, está aún
lejos de concluir. El último castillo construido en el páramo
llegó a tener 16 torres, de las que de momento solo han
aparecido cuatro. Los vestigios de los castillos previos también ha comenzado a
aflorar. Según Nadia Jedr, jefa del departamento del Bajo Egipto en el
ministerio de Antigüedades, las tapias de las fortificaciones más vetustas
tenían siete metros de anchura en comparación con los once metros de las más
recientes.
El proyecto ha desvelado, además,
que intramuros del recinto más antiguo se crearon estancias colmadas de arena,
restos de cerámica y escombros con la intención más probable de mitigar la
presión de los muros. A juicio de Jedr, las salas pudieron ser usadas también
como almacenes de agua, un rasgo distintivo de la arquitectura saita.
La aparición de ambos muros ha
dejado al descubierto otras partes del callejero del enclave, que habían
permanecido más de dos milenios ocultas bajo la arena. Los miembros del equipo
se han topado con restos de viviendas edificadas en el lado
occidental del castillo. En el área, ha aparecido un fragmento de amuleto de
fayenza (cerámica con un acabado vítreo) que lleva el nombre del rey de
Psamético I, el fundador y primer rey de la dinastía.
EL ARTE DE LA GUERRA
Una pista, según el equipo, que
aporta la clave del faraón que mandó construir la fortificación, empleada como
puerta y centinela oriental de Egipto. La excavación también ha servido para
localizar una entrada al castillo ubicada en la parte noreste de uno de los
nuevos muros desenterrados. A unos metros del acceso, se han hallado los restos
de una sala de seguridad, una suerte de garita empleada por los soldados para
vigilar la entrada y la salida de la fortaleza.
Entre los objetos
recuperados, figuran algunas
figurillas huérfanas de cabeza, una espada y fragmentos de cuchillos.
Toda una colección de instrumentos del arte de la guerra. El castillo, que no
fue inmune a las vicisitudes de la contienda, aporta nuevas pesquisas al
establecimiento y crecimiento del ejército como institución faraónica, que fue
mejorando su organización y dotación para hacer frente a las amenazas de las
potencias enemigas que lindaban con el imperio y a las que terminaron
sucumbiendo. La militarización creciente de la sociedad convirtió al ejército
en un apoyo vital para los reyes y una fuente de mano de obra para los grandes
proyectos de construcciones.
·
FRANCISCO CARRION
El Cairo
Miércoles,
15 mayo 2019 - 18:50
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