Abrir
las puertas del Mediterráneo a la Corona de Aragón y, en consecuencia, al futuro Imperio español.
Antonio Pozo Indiano
La olvidada reina de Aragón
que se enfrentó a los tres grandes poderes de la Edad Media
El escritor
Jorge Molist recupera la figura de Constanza de Sicilia, esposa de Pedro III de
Aragón, en su nueva novela histórica.
Pedro III de Aragón
Pedro III de Aragón, recordado como el Grande, hijo de Jaime I el Conquistador, fue "el rey más audaz y atrevido de la historia
de España", según Jorge Molist. El
escritor y novelista histórico considera que este monarca consiguió abrir las puertas
del Mediterráneo a la Corona de Aragón y, en consecuencia, al futuro Imperio español. Lo logró en el siglo XIII, con una determinación
admirable, abanderando un enfrentamiento contra enemigos mucho más
poderosos, como la Iglesia y Francia,
personificada esta última en la figura de Carlos de Anjou.
La época resulta irresistible tanto a nivel de tramas
como de personajes para un novelista que rebusca en el pasado, se lo estudia a
fondo y lo ficciona. "Es como un Juego de
Tronos, pero todavía más fascinante porque estos hechos
ocurrieron de verdad", dice Molist. En Canción de Sangre y oro,
obra galardonada con el Premio de novela Fernando Lara 2018, narró
esa lucha por el poder en la Europa medieval a través de la figura de Pedro III. Ahora
regresa a las librerías con La reina sola (Planeta),
una suerte de continuación, pero otorgando el protagonismo principal a una
mujer: la soberana Constanza II de Sicilia.
"El lector se va a encontrar con emociones, amor, odio, traiciones, venganzas... Es una historia emocionante y desconocida", asegura el autor, que también avisa de que ha acometido un gran esfuerzo para que sea una novela independiente a la anterior. Guerras e intrigas palaciegas son algunos de los ingredientes que arman este thriller histórico de estilo muy directo, con diálogos ágiles y de fácil lectura.
Constanza de Suabia (1248-1302) era hija de Manfredo
de Suabia, rey de Nápoles y Sicilia, y de Beatriz de Saboya, nieta del
emperador Federico II. Tenía catorce años cuando se casó con el infante Pedro
de Aragón a través de un matrimonio concertado.
Su padre, enemigo de la Santa Sede y los príncipes franceses, falleció en la
batalla de Benevento (1266), enfrentándose a las tropas de Carlos de
Anjou, que se haría con los territorios sicilianos. Tras ser nombrados monarcas
aragoneses, Pedro y Constanza apoyaron una rebelión en la isla italiana contra el emperador
mediterráneo.
Carlos de Anjou
La mujer regresó a los dominios que había gobernado su
padre para colocarse al frente, en solitario, mientras su marido se citaba en
Burdeos con Carlos de Anjou para batirse en un duelo.
"Constanza es una mujer que demuestra lo que las mujeres han sido
capaces de hacer en la historia. Empieza su reinado insegura, con
miedo, no sabe los terrenos que pisa, se siente abandonada y sola, pero va creciendo hasta convertirse en una gran reina. Es un
personaje fascinante", señala Jorge Molist. Incluso Dante Alighieri, autor de la Divina Comedia y contemporáneo de los hechos, la
calificó como "la madre del honor de Sicilia y Aragón".
Historia y ficción
Además de las conspiraciones cortesanas, encabezadas
principalmente por la maquiavélica baronesa Macalda de Scaletta, la reina de
Aragón y Sicilia, como su marido, tuvo que hacer frente a los tres grandes
poderes de la época: "Francia, que entonces tenía 16 millones de
habitantes por uno solo de la Corona aragonesa; Carlos de Anjou, el asesino de
su padre; y un papa cruel que quería a toda costa que los franceses
recuperasen Sicilia",
explica el autor.
"Fue una mujer de su época, muy
religiosa, pero que tuvo que superar unas circunstancias adversas
que no todo el mundo hubiera podido", añade Molist, creador de otras exitosas
novelas como El anillo. "La dejaron en
medio de todos esos problemas y demostró una gran habilidad
política y capacidad de aguante. Supo usar esa firmeza en los
momentos necesarios y logró transmitir la herencia mediterránea a sus
herederos, que sería muy importante para España". Constanza pasó la última
etapa de su vida, tras luchar en favor de sus hijos, en un convento franciscano
de Cataluña. Sus restos descansan en la actualidad en la catedral de
Barcelona.
No es la primera figura histórica femenina que Molist
recupera en una de sus novelas. Ya hizo lo mismo con Bruna de Béziers en La reina oculta (Planeta, 2012). "Las mujeres
han sido importantes en la historia, pero han sido muy ignoradas porque la historia la han escrito los
hombres", señala el autor, aunque con un matiz: "La mujer con
poder se ha comportado de forma parecida que el hombre con poder".
Y en el debate entre dónde colocar la barrera que no se debe traspasarse a la hora de combinar hechos históricos con la ficción, ¿cuál es la opinión del novelista? "De lo que yo he escrito, el 95% de lo que se narra ocurrió y lo mismo sucede con los personajes. Luego tienes que poner el cemento que consolide todo. Las crónicas no cuentan las emociones, pero las puedes adivinar por lo que pasó. Una vez conoces bien cómo actuaron, sabes cómo son los personajes y no es tan difícil recrearlos", señala.
Y cierra: "Reivindico la novela histórica como forma de entretenimiento, pero ese placer se multiplica cuando sabes que lo que lees ha ocurrido y no lo sabías. Reivindico el género para transportar durante un tiempo a mi lector a un mundo pasado, para que se evada de sus problemas actuales, lo pase muy bien y aprenda cosas que no sabía. Esa es la función de la buena novela histórica".
4 febrero, 2021 01:05
DIARIO EL ESPAÑOL
HEMEROTECA DEL CONDE YNDIANO DE BALLABRIGA
A la muerte de la reina, su cadáver
recibió sepultura en el Convento
de San Francisco de Barcelona, donde a
lo largo de la Edad Media recibieron sepultura numerosos miembros de la familia
real aragonesa, incluyendo al propio hijo de Constanza de Sicilia, Alfonso III el Liberal. Allí permaneció sepultado el cadáver de la esposa de Pedro III
durante varios siglos, hasta que en 1835 el Convento de San Francisco fue
demolido, y la mayoría de los restos de las personas reales allí sepultadas,
incluyendo a la reina Constanza y a su hijo Alfonso, fueron trasladados a
la Catedral de Barcelona.
En el siglo XX, los restos de la reina fueron colocados en un sepulcro, en el lado izquierdo del Altar Mayor de la Catedral de Barcelona, en el que también se encuentran los restos mortales de otras dos reinas de Aragón, la reina María de Chipre, esposa de Jaime II de Aragón, y la reina Sibila de Fortiá, cuarta esposa de Pedro IV el Ceremonioso. En el mismo sepulcro también descansan los restos de la reina Leonor de Aragón, reina de Chipre por su matrimonio con Pedro I de Chipre, y nieta de Jaime II de Aragón. Los sepulcros, en los que los restos de las reinas fueron depositados en 1998, fueron realizados por el artista catalán Frederic Marès
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