lunes, 31 de diciembre de 2018

NO ERA ÉL LA LUZ , SINO EL QUE DABA TESTIMONIO DE LA LUZ...






En el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. 

El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios. Y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.

 A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer
Evangelio según san Juan 1, 1-18


Crestomatía : Antonio Pozo Indiano

31-12-2018


jueves, 27 de diciembre de 2018

Caridad y Servicio











Antonio Pozo Indiano



La figura de María es la protagonista de la liturgia de este cuarto domingo de Adviento, 23 de diciembre, y así lo puso de relieve el Papa Francisco en su reflexión previa al rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro del Vaticano.
“Fijemos la mirada en ella, que es modelo de fe y de caridad”, propuso el Pontífice, “y preguntémonos: ¿Cuáles eran sus pensamientos en los meses de espera? La respuesta la encontramos en el fragmento del Evangelio de hoy, en el que se narra la visita de María a su anciana pariente Isabel”.


Francisco destacó las palabras de Isabel a María: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá”.
La figura de María es la protagonista de la liturgia de este cuarto domingo de Adviento, 23 de diciembre, y así lo puso de relieve el Papa Francisco en su reflexión previa al rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro del Vaticano.




San Juan de Ribera

“Fijemos la mirada en ella, que es modelo de fe y de caridad”, propuso el Pontífice, “y preguntémonos: ¿Cuáles eran sus pensamientos en los meses de espera? La respuesta la encontramos en el fragmento del Evangelio de hoy, en el que se narra la visita de María a su anciana pariente Isabel”.
Francisco destacó las palabras de Isabel a María: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá”.

De ese modo, “el evento del nacimiento de Jesús comenzó así, con un simple gesto de caridad. La caridad auténtica siempre es fruto del amor de Dios”.
“El Evangelio de la visita de María a Isabel nos prepara para vivir bien la Navidad, comunicándonos el dinamismo de la fe y de la caridad. Este dinamismo es obra del Espíritu Santo: el Espíritu de Amor que fecundó el vientre virginal de María y que la empuja a acudir al servicio de su pariente anciana”.
Se trata, concluyó el Papa, de “un dinamismo lleno de alegría, como se ve en el encuentro entre las dos madres, que es todo un himno de exultante alegría en el Señor, que realiza grandes cosas con los pequeños que se fían de Él”


23 de diciembre de 2018 7:12 am
Caridad y servicio: El Papa explica cómo preparó la Virgen María la primera Navidad
Redacción ACI Prensa

Crestomatia : Antonio Pozo Indiano




sábado, 22 de diciembre de 2018

El secreto de confesión es inviolable...






“Según el Código de Derecho Canónico, el secreto de confesión es inviolable, por ello está terminantemente prohibido al confesor descubrir al penitente, de palabra o de cualquier otro modo, y por ningún motivo”, según señala el canon 983§1, indicaron los prelados en una nota titulada “Secreto profesional y secreto de confesión” 


Antonio Pozo Indiano



“El Código de Derecho Canónico no prevé ninguna excepción a la inviolabilidad del secreto de confesión. Esto significa que un sacerdote no puede en ningún caso divulgar información sobre un penitente y su confesión” prosiguieron.
Los obispos belgas prepararon el documento en el marco de los abusos sexuales y como una herramienta para ayudar a la prevención del suicidio. En el texto indicaron que “la inviolabilidad del secreto de confesión se aplica igualmente en relación a las autoridades civiles o en relación a la justicia”.

“Esta inviolabilidad se aplica a la confesión sacramental y no puede considerarse dentro de otras tareas pastorales”, remarcaron.
¿Cómo proceder ante los abusos sexuales?
Los prelados explicaron que “en caso de urgencia inminente, el secreto de confesión no puede servir de pretexto para no tomar medidas de prevención. Eso es particularmente cierto en los casos de abusos sexuales contra menores o personas vulnerables”.
En ese sentido, señalaron, “un sacerdote puede exhortar a un autor de abusos sexuales contra menores a presentarse ante los tribunales o a su propia autoridad. También puede hacer de esta exhortación una etapa intermedia, una condición para pronunciar el perdón sacramental”, es decir, la absolución.

El sacerdote confesor “puede interrumpir el marco formal de la confesión y condicionar la absolución hasta que se cumplan estas condiciones. En efecto, la confesión no es solo un asunto de perdón sino también de arrepentimiento, penitencia y recuperación. En el caso del abuso sexual el sacerdote debe tener en cuenta todos estos aspectos del sacramento de la Reconciliación”.
En el caso de que el penitente sea “víctima de abuso sexual, el sacerdote debe utilizar todos sus medios a disposición para animar a las víctima a recibir una asistencia profesional  y, si es necesario, dar los primeros pasos en ella”.

Los prelados aclararon que “una confesión a la que no le sigue inmediatamente la absolución está igualmente sometida al secreto de confesión”.
Otros casos en los que un sacerdote u obispo puede no dar la absolución, tienen que ver con la gravedad del pecado que en algunos casos está reservado a la Sede Apostólica; es decir, al Papa.
Algunos de estos pecados son la profanación de la Eucaristía, la violencia física contra el Pontífice, el cisma, la herejía o la violación del secreto de confesión.
Los obispos de la CEB explicaron que “el secreto de confesión concierne solo a la información que un sacerdote u obispo escucha en el marco formal del sacramento de la penitencia. Esta marco formal comprende una confesión creíble, un pedido sincero de perdón, la aceptación de una penitencia y –cuando el sacerdote puede otorgarla– la absolución”.
Los prelados señalaron que la información que los sacerdotes u obispos escuchen o conozcan fuera de la confesión no hace parte ni está sometida al sigilo sacramental.

“Los diálogos que no se dan en el marco formal del sacramento de la penitencia no están sometidos al secreto de confesión. Además, el secreto de confesión solo se aplica a los pecados efectivamente cometidos por quien lo confiesa porque el perdón sacramental no puede preceder al pecado”.
Este aspecto, apuntaron los obispos de Bélgica, es fundamental para los sacerdotes, ya que “la mayoría de sus diálogos pastorales no están en el marco del secreto de confesión, pero sí en el secreto profesional ordinario”.
“Los sacerdotes que sirven como personas de confianza o consejeros espirituales deben hacer bien la diferencia o hacer la transición entre un diálogo en tanto consejero (que está protegido por el secreto profesional ordinario, donde existe el derecho a comunicar) y la confesión misma (protegida por el secreto de confesión)”.
El secreto profesional
Sobre este tema, los obispos se refirieron específicamente a la labor de un capellán, que también puede ser un diácono o un laico preparado, a quien las personas le confían sus experiencias personales de alegría, dolor, tristeza o sus problemas.
“Es claro que todos estos diálogos están protegidos por el secreto profesional del capellán. Lo que un capellán llega a conocer en el ejercicio de su función, no lo divulga. Quien viola el secreto profesional comete una falta también profesional. Con ello resta credibilidad a la función pastoral, daña a la persona que le ha sido confiada y atenta contra el orden público. La obligación de respetar el secreto profesional está, además, ligada a sanciones civiles y canónicas”, explicaron los prelados belgas.
Sin embargo, “la información que los capellanes reciben por otras vías distintas a los diálogos en el marco de su función pastoral, vía el entorno familiar o social por ejemplo, no está sujeta al secreto profesional. Si bien esta información puede ser muy útil para el servicio pastoral, los capellanes deben tratarla con discreción”.
Tras señalar que los capellanes que sirven como consejeros deben evitar ir más allá de su competencia porque, por ejemplo, no son médicos ni psiquiatras, los obispos resaltaron que “la primera tarea de un capellán es alentar a su interlocutor a tomar él mismo buenas decisiones y buenas medidas”.
¿Existe alguna excepción a la regla del secreto profesional?
Los obispos de la CEB responden a esta pregunta precisando que el asunto no es sencillo y explican que en Bélgica, “en circunstancias excepcionales (los capellanes) pueden ejercer el derecho a comunicar como está previsto en el Código Penal. Estas circunstancias excepcionales deben referirse a situaciones de urgencia en las que una persona –un menor o una persona vulnerable– está ante un peligro real en cuanto a su integridad física o mental y no puede protegerse a sí misma o con la ayuda de otros”.

“Si un capellán establece que no puede prevenir este peligro grave y real sino transgrediendo su secreto profesional, puede ejercer entonces el derecho de comunicar. En este caso el capellán no viola el secreto profesional”.
Ante la duda, los capellanes pueden consultarse entre sí o a un sacerdote u obispo para decidir la mejor forma de proceder. De ese modo, indican, los obispos y la Iglesia en Bélgica colaboran con las autoridades para luchar contra los abusos sexuales de menores.
Para concluir, los obispos subrayaron que las personas pueden confiar en los capellanes, quienes deben hacer uso de la confidencialidad de su oficio “con prudencia y, de ser necesario, pedir consejo en las condiciones adecuadas. El secreto profesional y el secreto de confesión ofrecen las garantías necesarias para este fin”.
POR WALTER SÁNCHEZ SILVA | ACI Prensa

20 de diciembre de 2018 10:19 pm

Crestomatía : Antonio Pozo Indiano


martes, 18 de diciembre de 2018

Bienaventurado el político que trabaja por el bien común y no por su propio interés.






Antonio Pozo Indiano


El Vaticano ha difundido este martes 18 de diciembre el mensaje del Papa Francisco con motivo de la Jornada Mundial de la Paz que se celebrará el próximo 1 de enero de 2019 con el tema “La buena política al servicio de la paz”.
En el mensaje, el Santo Padre afirmó que “la política es un vehículo fundamental para edificar la ciudadanía y la actividad del hombre, pero cuando aquellos que se dedican a ella no la viven como un servicio a la comunidad humana, puede convertirse en un instrumento de opresión, marginación e incluso de destrucción”.

A continuación, el texto completo del mensaje del Papa Francisco:
1. “Paz a esta casa”
Jesús, al enviar a sus discípulos en misión, les dijo: «Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros» (Lc 10,5-6).
Dar la paz está en el centro de la misión de los discípulos de Cristo. Y este ofrecimiento está dirigido a todos los hombres y mujeres que esperan la paz en medio de las tragedias y la violencia de la historia humana.
La “casa” mencionada por Jesús es cada familia, cada comunidad, cada país, cada continente, con sus características propias y con su historia; es sobre todo cada persona, sin distinción ni discriminación. También es nuestra “casa común”: el planeta en el que Dios nos ha colocado para vivir y al que estamos llamados a cuidar con interés.
Por tanto, este es también mi deseo al comienzo del nuevo año: “Paz a esta casa”.

2. El desafío de una buena política
La paz es como la esperanza de la que habla el poeta Charles Péguy; es como una flor frágil que trata de florecer entre las piedras de la violencia. Sabemos bien que la búsqueda de poder a cualquier precio lleva al abuso y a la injusticia. La política es un vehículo fundamental para edificar la ciudadanía y la actividad del hombre, pero cuando aquellos que se dedican a ella no la viven como un servicio a la comunidad humana, puede convertirse en un instrumento de opresión, marginación e incluso de destrucción.
Dice Jesús: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos» (Mc 9,35). Como subrayaba el Papa san Pablo VI: «Tomar en serio la política en sus diversos niveles ―local, regional, nacional y mundial― es afirmar el deber de cada persona, de toda persona, de conocer cuál es el contenido y el valor de la opción que se le presenta y según la cual se busca realizar colectivamente el bien de la ciudad, de la nación, de la humanidad».
En efecto, la función y la responsabilidad política constituyen un desafío permanente para todos los que reciben el mandato de servir a su país, de proteger a cuantos viven en él y de trabajar a fin de crear las condiciones para un futuro digno y justo. La política, si se lleva a cabo en el respeto fundamental de la vida, la libertad y la dignidad de las personas, puede convertirse verdaderamente en una forma eminente de la caridad.


3. Caridad y virtudes humanas para una política al servicio de los derechos humanos y de la paz
El Papa Benedicto XVI recordaba que «todo cristiano está llamado a esta caridad, según su vocación y sus posibilidades de incidir en la pólis. […] El compromiso por el bien común, cuando está inspirado por la caridad, tiene una valencia superior al compromiso meramente secular y político. […] La acción del hombre sobre la tierra, cuando está inspirada y sustentada por la caridad, contribuye a la edificación de esa ciudad de Dios universal hacia la cual avanza la historia de la familia humana».
Es un programa con el que pueden estar de acuerdo todos los políticos, de cualquier procedencia cultural o religiosa que deseen trabajar juntos por el bien de la familia humana, practicando aquellas virtudes humanas que son la base de una buena acción política: la justicia, la equidad, el respeto mutuo, la sinceridad, la honestidad, la fidelidad.
A este respecto, merece la pena recordar las “bienaventuranzas del político”, propuestas por el cardenal vietnamita François-Xavier Nguyễn Vãn Thuận, fallecido en el año 2002, y que fue un fiel testigo del Evangelio:
Bienaventurado el político que tiene una alta consideración y una profunda conciencia de su papel.
Bienaventurado el político cuya persona refleja credibilidad.
Bienaventurado el político que trabaja por el bien común y no por su propio interés.
Bienaventurado el político que permanece fielmente coherente.
Bienaventurado el político que realiza la unidad.
Bienaventurado el político que está comprometido en llevar a cabo un cambio radical.
Bienaventurado el político que sabe escuchar.
Bienaventurado el político que no tiene miedo.
Cada renovación de las funciones electivas, cada cita electoral, cada etapa de la vida pública es una oportunidad para volver a la fuente y a los puntos de referencia que inspiran la justicia y el derecho. Estamos convencidos de que la buena política está al servicio de la paz; respeta y promueve los derechos humanos fundamentales, que son igualmente deberes recíprocos, de modo que se cree entre las generaciones presentes y futuras un vínculo de confianza y gratitud.

4. Los vicios de la política
En la política, desgraciadamente, junto a las virtudes no faltan los vicios, debidos tanto a la ineptitud personal como a distorsiones en el ambiente y en las instituciones. Es evidente para todos que los vicios de la vida política restan credibilidad a los sistemas en los que ella se ejercita, así como a la autoridad, a las decisiones y a las acciones de las personas que se dedican a ella.
Estos vicios, que socavan el ideal de una democracia auténtica, son la vergüenza de la vida pública y ponen en peligro la paz social: la corrupción —en sus múltiples formas de apropiación indebida de bienes públicos o de aprovechamiento de las personas—, la negación del derecho, el incumplimiento de las normas comunitarias, el enriquecimiento ilegal, la justificación del poder mediante la fuerza o con el pretexto arbitrario de la “razón de Estado”, la tendencia a perpetuarse en el poder, la xenofobia y el racismo, el rechazo al cuidado de la Tierra, la explotación ilimitada de los recursos naturales por un beneficio inmediato, el desprecio de los que se han visto obligados a ir al exilio.
5. La buena política promueve la participación de los jóvenes y la confianza en el otro
Cuando el ejercicio del poder político apunta únicamente a proteger los intereses de ciertos individuos privilegiados, el futuro está en peligro y los jóvenes pueden sentirse tentados por la desconfianza, porque se ven condenados a quedar al margen de la sociedad, sin la posibilidad de participar en un proyecto para el futuro.
En cambio, cuando la política se traduce, concretamente, en un estímulo de los jóvenes talentos y de las vocaciones que quieren realizarse, la paz se propaga en las conciencias y sobre los rostros. Se llega a una confianza dinámica, que significa “yo confío en ti y creo contigo” en la posibilidad de trabajar juntos por el bien común.
La política favorece la paz si se realiza, por lo tanto, reconociendo los carismas y las capacidades de cada persona. «¿Hay acaso algo más bello que una mano tendida? Esta ha sido querida por Dios para dar y recibir. Dios no la ha querido para que mate (cf. Gn 4,1ss) o haga sufrir, sino para que cuide y ayude a vivir. Junto con el corazón y la mente, también la mano puede hacerse un instrumento de diálogo».
Cada uno puede aportar su propia piedra para la construcción de la casa común. La auténtica vida política, fundada en el derecho y en un diálogo leal entre los protagonistas, se renueva con la convicción de que cada mujer, cada hombre y cada generación encierran en sí mismos una promesa que puede liberar nuevas energías relacionales, intelectuales, culturales y espirituales.
Una confianza de ese tipo nunca es fácil de realizar porque las relaciones humanas son complejas. En particular, vivimos en estos tiempos en un clima de desconfianza que echa sus raíces en el miedo al otro o al extraño, en la ansiedad de perder beneficios personales y, lamentablemente, se manifiesta también a nivel político, a través de actitudes de clausura o nacionalismos que ponen en cuestión la fraternidad que tanto necesita nuestro mundo globalizado.
Hoy más que nunca, nuestras sociedades necesitan “artesanos de la paz” que puedan ser auténticos mensajeros y testigos de Dios Padre que quiere el bien y la felicidad de la familia humana.

6. No a la guerra ni a la estrategia del miedo
Cien años después del fin de la Primera Guerra Mundial, y con el recuerdo de los jóvenes caídos durante aquellos combates y las poblaciones civiles devastadas, conocemos mejor que nunca la terrible enseñanza de las guerras fratricidas, es decir que la paz jamás puede reducirse al simple equilibrio de la fuerza y el miedo.
Mantener al otro bajo amenaza significa reducirlo al estado de objeto y negarle la dignidad. Es la razón por la que reafirmamos que el incremento de la intimidación, así como la proliferación incontrolada de las armas son contrarios a la moral y a la búsqueda de una verdadera concordia. El terror ejercido sobre las personas más vulnerables contribuye al exilio de poblaciones enteras en busca de una tierra de paz.
No son aceptables los discursos políticos que tienden a culpabilizar a los migrantes de todos los males y a privar a los pobres de la esperanza. En cambio, cabe subrayar que la paz se basa en el respeto de cada persona, independientemente de su historia, en el respeto del derecho y del bien común, de la creación que nos ha sido confiada y de la riqueza moral transmitida por las generaciones pasadas.
Asimismo, nuestro pensamiento se dirige de modo particular a los niños que viven en las zonas de conflicto, y a todos los que se esfuerzan para que sus vidas y sus derechos sean protegidos. En el mundo, uno de cada seis niños sufre a causa de la violencia de la guerra y de sus consecuencias, e incluso es reclutado para convertirse en soldado o rehén de grupos armados. El testimonio de cuantos se comprometen en la defensa de la dignidad y el respeto de los niños es sumamente precioso para el futuro de la humanidad.

7. Un gran proyecto de paz
Celebramos en estos días los setenta años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que fue adoptada después del segundo conflicto mundial. Recordamos a este respecto la observación del Papa san Juan XXIII: «Cuando en un hombre surge la conciencia de los propios derechos, es necesario que aflore también la de las propias obligaciones; de forma que aquel que posee determinados derechos tiene, asimismo, como expresión de su dignidad, la obligación de exigirlos, mientras los demás tienen el deber de reconocerlos y respetarlos».
 La paz, en efecto, es fruto de un gran proyecto político que se funda en la responsabilidad recíproca y la interdependencia de los seres humanos, pero es también un desafío que exige ser acogido día tras día. La paz es una conversión del corazón y del alma, y es fácil reconocer tres dimensiones inseparables de esta paz interior y comunitaria:
- la paz con nosotros mismos, rechazando la intransigencia, la ira, la impaciencia y ―como aconsejaba san Francisco de Sales― teniendo “un poco de dulzura consigo mismo”, para ofrecer “un poco de dulzura a los demás”;
- la paz con el otro: el familiar, el amigo, el extranjero, el pobre, el que sufre...; atreviéndose al encuentro y escuchando el mensaje que lleva consigo;
- la paz con la creación, redescubriendo la grandeza del don de Dios y la parte de responsabilidad que corresponde a cada uno de nosotros, como habitantes del mundo, ciudadanos y artífices del futuro.

La política de la paz ―que conoce bien y se hace cargo de las fragilidades humanas― puede recurrir siempre al espíritu del Magníficat que María, Madre de Cristo salvador y Reina de la paz, canta en nombre de todos los hombres: «Su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; […] acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre» (Lc 1,50-55).

Redacción ACI Prensa
18-12-2018
Crestomatía : Antonio Pozo Indiano



domingo, 16 de diciembre de 2018

Al niño Jesús








Oración de un niño
Déjame preguntarte:
¿ tú quién eres , dime tu nombre.
“ Yo soy Jesús , Dios contigo “.
Mírame , Jesús, guarda mi nombre
en tus manos .
Te prometo escuchar
Siempre a mis padres,
bendícelos . Ayúdame a
crecer a su lado en bondad,
estatura y sabiduría.
Seré, Jesús, tu
buen amigo. Te lo prometo
Padre nuestro. Ave María
Padres Mercedarios
Alfonso XII, 14 –SEVILLA
Crestomatía : Antonio Pozo Indiano    ( C.Y.B)




domingo, 9 de diciembre de 2018

Sembrar paz, justicia y fraternidad







En la conclusión de su alocución antes del Ángelus, el Obispo de Roma ( Papa  Francisco )pidió que «la Virgen María nos ayude a preparar día a día el camino del Señor, comenzando por nosotros mismos; y a sembrar a nuestro alrededor, con tenacidad y paciencia, semillas de paz, justicia y fraternidad». Y antes de retirarse saludó con afecto a los peregrinos de Roma, de Italia y de diversas partes del mundo. En particular, Francisco saludó a los jóvenes de la diócesis de Orvieto-Todi, deseándoles un buen camino de Adviento. También saludó a los fieles de Trapani, Caltagirone y Bronte, y a los confirmandos de Almè (Bergamo). Y con el augurio de un feliz domingo para todos, pidió que por favor, no nos olvidemos de rezar por él. “¡Buen almuerzo y hasta pronto!”, finalizó.
Crestomatía : Antonio Pozo Indiano     ( C.Y.B)
9-12-2018
Griselda Mutual - Ciudad del Vaticano