miércoles, 3 de junio de 2015

El Sueño de un viajero “ Jaén “





“El tiempo detenido en la  belleza de un
Santo Reino”
José Manuel Pozo Indiano



Entre batallas y castillos, Jaén ha sido
escenario de las batallas más decisivas de la historia de la península, una tierra para
viajar a la Edad Media. Parece que es la hora y no es la hora, lento reloj del tren,
huele a tiempo cuasi dormido.
Va yéndose noviembre por los hombros de la sierra donde los azules se hacen grises,
o al contrario, que nunca se sabe, en ese capricho de la luz, donde está lo cierto.
Tiene la sierra un sonido a alfaguara escondida que canta en el aire que sube y baja por todo este paisaje de lomos de dromedarios echados. Se oye la tierra el pulso de andarla
y es pulso de manantial y de historia. Y de leyenda, que aquí la leyenda cuadra más, por más ciertas que algunas historias sean.

En tanto en cuanto miramos la grandiosidad interminable de los campos de olivos. Observamos raudales de transparentes aguas, en un cuadro siempre pintándose, que suena como
una historia que nunca dejará de contarse.
En estos días de otoño, bajo una atmósfera envolvente, cuando las noches se hacen más largas, húmedas e inquietantes, relataba un viajero amigo de escribir -por aquello de constatar
sus sensaciones- como mojó la pluma en el tintero del corazón y le brotaron estos trazos que os traslado.
Veréis, decía que en Jaén hay que recrear la mirada en cada detalle. Recorrer tiempos y lugares para plasmar vivencias en la memoria es una bella tarea. Vidas, gestos y evocaciones de un tiempo ya agotado, pero a pesar de ello lleno de luz. La fuerza poética es impetuosa y despierta en nosotros el sabor de un momento o la solera de siglos. Si por algo se caracteriza Jaén,
platónico e intemporal, es por el culto que le rinde, en silencio, a la belleza.
La ciudad ha sido cantada como nadie por la eminente poetisa Rocío Biedma, quien entre poemas de amores y desamores, quiso y supo captar el arte, los colores, los sabores que constituyen
un paisaje urbano monumental. Claro que para apreciar y degustar el lirismo del latir de la ciudad, hay que caminarla como ella hace... sí, dejándose llevar por la luz solar del reloj, entre una arboleda de ocres otoñales, en un lubrican donde los atardeceres tardan en irse lo que un olvido enamorado. Todo ello oliendo a alhucema y sintiendo el calor de las castañas asadas por las callejas de la anciana judería. Aromas que son siempre literatura,

dulce prodigio cotidiano de mirar, andar, escuchar, oler y deslizarse cadenciosamente por esta paz…


Hay que evocar la Carrera de Jesús, calle con alma de convento.
La serenidad del cenobio, un marrón carmelita, una sucesión de acontecimientos históricos, el tiempo dormido en el huerto, el perfume suave del jazmín, el húmedo verdor del helecho.
El sol es la sonrisa del limonero, que busca el azahar de la primavera, manjares celestiales de las carmelitas descalzas, con esencias de limón envueltas en vainilla, miel, almendra, ajonjolí... capaz de enamorar los más exigentes paladares.
¡Ay! Aquel encuentro de culturas que supieron dotar a la ciudad de un sentimiento trascendente
y espiritual, que late en su Judería con horizontes siempre de cielo, que guardan el secreto
de la luz o la fuga de calles empinadas y retorcidas.
Casas con siglos de sombra, entre el azul del aire flota lo esotérico, la soledad, enigmas de un
pasado en un presente embrujador, arriba como testigo y centinela el formidable Castillo de Santa Catalina.
Siempre llegué en tren, y desde que la vi , y está claro, me impactó... un conjunto arquitectónico monumental con sobrados méritos para ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, una joya fascinante, capaz de provocar un auténtico embrujo, del que no pude ni quise sustraerme.


Por primera vez pernoctaba en el céntrico hotel Xauen, tras un reparador sueño degusté los alimentos de la mañana, subí expectante al mirador para apreciar, a vista de pájaro, la panorámica que ofrece de la ciudad desde las alturas. Todo un gozo, es la impresión que provoca la creación en estado puro. Es un mural, es una pintura de delicada pincelada, que vuela sobre el
tejido que a veces ni siquiera sentía, el roce de las cerdas del pincel, donde la belleza del trazo plasma el lienzo, primor creado por el pincel que fue picoteando en la paleta como un pájaro que bebió en la superficie del antiguo raudal de Santa María, quedé extasiado en la perplejidad. Me hubiese llevado todo el día ante la exposición única del pincel que mejor maneja las luces, las sombras, los colores, los planos, las perspectivas, la atmósfera donde todo se envuelve vestido de magia. Al fondo, las lomas donde se intuyen las laderas del Cerro de
Santa Catalina, siempre salpicadas de olivos de verde Getsemaní, ese verde que va echando la barba por aquella sierra, donde vació sus ubres la lluvia. Miré sin parpadear y me pregunté:
¿Qué museo puede presentar los azules de estos cielos, la lana de esas nubes, el color del aire?. Que espectacular y asombroso lienzo, además distinto cada día.
Cuanta solemnidad, veréis, lo solemne es menos divertido que lo grosero pero más agradable de escuchar y mirar.
No sabía si te miraba a ti o veía las tinieblas del desencanto que dibuja en tu memoria los viejos recuerdos. Todo despacio, muy despacio, como cuaja el oro del sol, pasos lentos marcando
el suelo en cada pisada, fragancias de brisas que son esencia, aromas orientales que cada mañana buscan con la transparencia de su luz un sol que sube y besa levemente el jaramago de la tapia del convento, en tanto sigue ascendiendo un sol distinto y muy travieso que desnuda perfiles.
(Continuará)

José Manuel Pozo Indiano




Mi abuelo siempre decía :

La Ciruela  beneficios para nuestro organismo .

La ciruela pertenece al listado de las frutas que menos engordan, debido a que  presenta 45 calorías por cada 100 gramos.
Su alto contenido en agua ayuda a estimular los riñones, recomendable en verano ya que en  estos días el cuerpo pierde más líquido.
La ciruela es una fruta que contiene sustancias, las antocianinas, que son los responsables de las pérdida de peso.


Efecto laxante, debido a su contenido en fibra.
Las ciruelas  eliminan las toxinas y los residuos que el cuerpo no necesita, dexintoxica el organismo.
La fibra de la ciruela reduce la absorción de grasa y azúcar.
Contiene vitaminas A,C Y E  son sustancias antioxidantes, liberan los ácidos grasos del tejido adiposo.
Puede degustarse tanto de forma entera como en zumos o batidos, y así vamos alternando la forma de consumirlo.
Combate el estreñimiento.
Laxante natural  gracias a su aporte de agua, fibra de derivados de hifroxifenilxantina, una sustancia que ayuda a la eliminación de residuos tóxicos.
Ayuda a adelgazar debido a que la fibra soluble de las ciruelas mejora el tránsito intestinal.
Ideal en las dietas de adelgazamiento ya que su consumo genera sensación de saciedad.
Combate  la retención de líquidos al ser rica en potasio.
Además ayuda a controlar el colesterol; la fibra soluble fija la grasa y el colesterol.
Es un alimento para ser incluido en una dieta para adelgazar con alimentos hipocalóricos a fin de adquirir sus propiedades adelgazantes de forma natural.



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