Antonio Pozo Indiano
En el año 987, el Conde de Barcelona,
Borrell II, fue el primero en no prestar juramento al monarca de la dinastía de
los Capetos, pero hay que recordar que se sometió en vasallaje al poderoso Califato
de Córdoba
La
mitología nacionalista ha distorsionado y retorcido hasta la saciedad la
naturaleza «catalana-aragonesa» de la Corona de Aragón para encontrar una
justificación histórica a sus reclamaciones políticas. De ahí que algunos no
hayan dudado en equiparar Países Catalanes (una
denominación cultural acuñada en el siglo XIX) a Corona de Aragón, esto es, al
conjunto de reinos que estuvieron sometidos al Rey de Aragón, entre los siglos
XII y XV, donde se encontraba la propia Aragón, Valencia, Mallorca, Sicilia,
Córcega, Cerdeña, Nápoles, los ducados de Atenas y Neopatria y los distintos
condados catalanes.
El mito de Wilfredo el independiente
La
zona que hoy corresponde a la comunidad autonóma de Cataluña estuvo desde el
siglo XII integrada en esta Corona de Aragón, y solo durante un breve periodo
fue un ente propio, incluso entonces dependiente de otros reinos. Tras el
colapso de la Hispania Visigoda y la invasión musulmana en el 718 d.C, el Imperio carolingioestableció una marca
defensiva como frontera meridional con Al-Ándalus. Esto supuso la
ocupación por los francos durante el último cuarto del siglo VIII de las
actuales comarcas pirenaicas y de Gerona, así como de Barcelona en el año 801.
El antiguo territorio visigodo se organizó así en diferentes condados
dependientes del rey franco.
Conforme
el poder central del Imperio se debilitaba, a lo largo de los siglos IX y X,
los condados catalanes, que estaban vertebrados por Barcelona, Gerona y Osona,
fueron progresivamente desvinculándose de los francos. En este punto, las
leyendas nacionalistas sitúan erróneamente al noble Wifredo «el Velloso» –el último
conde de Barcelona designado por la monarquía franca– como el artífice, no ya
de la independencia de los condados catalanes, sino del nacimiento de Cataluña
y sus símbolos. Como hicieron los cronistas castellanos con«El Cid Campeador», la mitología
catalanista recurrió a un personaje real, que debió gozar de gran importancia
en su tiempo pero del que se conocen pocos datos históricos, para moldear su
biografía y cubrir los grandes huecos con datos legendarios.
Wilfredo
pertenecía a un linaje hispanogodo de la región de Carcasona (la mitología
catalana fija su nacimiento en la inmediaciones de Prades, en el condado de
Conflent, actualmente en el Rosellón francés). En el año 873 heredó el Condado de Urgel,tradicionalmente en
manos de su familia. Aprovechando la fallida rebelión del Conde de
Barcelona Bernardo de Gothia contra Carlos «El Calvo», la fidelidad de
Wilfredo hacia el monarca le hizo ganarse como premio el apoyo del resto de
condados. El noble fue el primero en aglutinar los títulos de cinco de los doce
condados, siendo el fundador de la dinastía de la Casa de Barcelona. Esta dinastía
necesitaría, sin embargo, varios siglos para concentrar en sus manos otros
títulos menores.
Aquí
habría que precisar que Wifredo «El Velloso», que había recibido
los títulos por mediación de los francos, no buscó nunca la independencia de
los condados y, por supuesto, no configuró ninguna nación catalana ni nada
parecido. Fue con la Capitular de Quierz, promulgada el 14 de junio de 877 por Carlos «El Calvo», cuando se
sembró el auténtico germen de la separación de los condados catalanes del
Imperio carolingio. Esta orden real estableció la heredabilidad de los honores
otorgados por la corona. Es decir, que a la muerte de Wifredo «el Velloso» sus
títulos pasaron a sus hijos sin que fuera necesario que el Emperador del
declinante Imperio carolingio eligiera al sucesor.
Fue con la Capitular de Quierz,
promulgada el 14 de junio de 877 por Carlos «El Calvo», cuando se sembró el
auténtico germen de la separación de los condados catalanes del Imperio
carolingio
Lo
cual no significa que se pueda hablar desde ese momento de una entidad propia y
unitaria en la región catalana. En 897, a la muerte de su padre, Wifredo II Borrell se hizo cargo
conjuntamente con sus hermanos Sunifredo y Miró, de los condados paternos,
reservándose para él el gobierno de los condados principales, Barcelona, Gerona
y Osona. Llegado el momento, Wifredo Borrell viajó a Francia para rendir
tributo al nuevo Rey, Carlos «El Simple», donde fue
investido oficialmente como conde en 899.
Hubo que esperar más de un siglo más para
ver la completa desvinculación de los Condes de Barcelona con respecto la
Corona franca. En el año 987, el Conde de Barcelona, Borrell II, fue el primero
en no prestar juramento al monarca de la dinastía de los Capetos, pero hay que
recordar que se sometió en vasallaje al poderoso Califato de Córdoba.
Génesis de la Corona de Aragón
En
el siglo XII, el conde Ramón Berenguer IV se casó con
Petronila de Aragón, hija de Ramiro II «el Monje», conforme al derecho de este
reino, es decir, en un tipo de matrimonio donde el marido se integraba a la
casa principal como un miembro de pleno derecho. El acuerdo supuso la unión de
la Casa de Barcelona, que controlaba la mayor parte de los Condados catalanes, y del Reino de Aragón en la forma de
lo que luego fue conocido como Corona de Aragón. De ahí que Corona de Aragón y
Reino de Aragón no sean la misma cosa.
En
un contexto de alianzas medievales, la asociación de ambos territorios no fue,
pues, el fruto de una fusión ni de una conquista, sino el resultado de una
unión dinástica pactada entre la Casa de Aragón y la poseedora del Condado de
Barcelona. De hecho, originalmente los territorios que formaron la Corona mantuvieron
por separado sus leyes, costumbres e instituciones. A lo largo del segundo
cuarto del siglo XIII, se incorporaron a esta Corona las Islas Baleares y
Valencia. Este último territorio, el Reino de Valencia, pasó a convertirse
en un reino con sus propias Cortes y fueros.
La
Casa de Aragón dejó paso a una dinastía autóctona de Castilla. La
muerte sin descendencia del Rey de la Corona de Aragón Martín I «el Humano», en
1410, abrió una grave crisis sucesoria. Los intereses comerciales terminaron
favoreciendo al candidato de la dinastía castellana de los Trastámara, Fernando de Antequera –hermano del
Rey de Castilla Enrique III–, quien, tras el llamado Compromiso de
Caspe de 1412, fue nombrado Monarca de la Corona de Aragón. Posteriormente, el
matrimonio de Fernando II de Trastámara con Isabel de Trastámara, Reina de Castilla,
celebrado en Valladolid en 1469, condujo a la Corona de Aragón a una unión
dinástica con Castilla, efectiva a la muerte del primero, en 1516, pero ambos
reinos conservaron sus instituciones políticas y sus privilegios
administrativos (lo que el independentismo catalán designa hoy como
«libertades»).
Origen legendario del escudo del condado de
Barcelona (Real Academia Catalana de Bellas Artes de San Jorge). - Vídeo: Polémica entorno a la Historia de Aragón
La historia robada a la Corona de Aragón o por
qué el Reino de Cataluña nunca existió
DIARIO ABC
Crestomatía del Conde Yndiano de Ballabriga
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