Antonio Pozo Indiano
Los
principales beneficios del ajo, cuenta Martínez Olmos, “derivan de su riqueza
en sustancias antioxidantes. Históricamente, fue muy utilizado
como remedio de diversas enfermedades. Actualmente, hay datos científicos que
apoyan su uso. Se han demostrado ciertos beneficios para el control en las
personas con hipertensión arterial, con hipercolesterolemia y con diabetes mellitus tipo 2”.
En esa
misma línea, Allué indica que “el ajo tiene propiedades
hipotensoras e hipolipemiantes, mejorando la circulación
sanguínea y ayudando a personas con problemas de colesterol. También es un
antiagregante plaquetario, por lo que su consumo excesivo o en formas
concentradas puede interferir en los medicamentos anticoagulantes”.
“En
la Pirámide de la Dieta Mediterránea se reivindica la presencia del ajo y
especias en el marco de este patrón dietético, no solo para reducir la sal,
sino también para aportar nutrientes y protección al
organismo. Son elementos muy presentes en la gastronomía
mediterránea que dan carácter a los platos”, puntualiza Anna Bach-Faig, vocal
de Alimentación y Nutrición del COFB.
Para
obtener estos beneficios, la Organización Mundial de la Salud (OMS) da las
siguientes pautas: una dosis diaria de 2 a 5 g de ajo fresco (aproximadamente
un diente de ajo), de 0,4 a 1,2 g de ajo en polvo seco, de 2 a
5 mg de aceite de ajo, de 300 a 1.000 mg de extracto de ajo, u otras
formulaciones equivalentes de entre 2 y 5 mg de alicina. “Siempre en el
contexto de una alimentación de estilo mediterráneo y hábitos de vida
saludables”, puntualiza Martínez Olmos.
Al ajo se
le atribuyen muchas otras propiedades (contra los parásitos intestinales y las
infecciones urinarias), “pero no hay estudios suficientes para apoyar esas
propiedades.
CRESTOMATIA DEL CONDE YNDIANO DE BALLABRIGA
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