“El ajo contiene cantidades significativas
de algunos micronutrientes como el manganeso, la vitamina B6, la vitamina C y el selenio,
y es bajo en calorías. Es rico
en polifenoles y otras sustancias antioxidantes, que aumentan más en el ajo negro (obtenido a
través de una transformación del ajo blanco a temperatura y humedad
constantes)”, destaca Martínez Olmos.
El bulbo de ajo incluye alrededor de un 1
por ciento del aminoácido azufrado aliína, que se convierte en alicina (o
disulfuro de dialilo) cuando se machaca este alimento. La alicina y sus
productos derivados, los ajoenos, son los responsables del olor característico.
Así lo explica el experto del COFB, añadiendo que “también contiene aminoácidos
proteinógenos, diversos compuestos sulfurados (principalmente bisulfuro de
alilo), quercetina, fructanos (principalmente inulina), elementos minerales
(potasio, calcio, manganeso, selenio) y otras vitaminas B, además de la B6 (B1,
B2, B3 y B5)”.
El ajo ayuda a combatir las infecciones
respiratorias como la gripe y el resfriado por sus propiedades antisépticas.
También dilata los bronquios, fluidifica las mucosas y estimula el sistema
inmunitario. Por estas propiedades resulta muy útil en caso de
sinusitis, faringitis, traqueítis, bronquitis, enfisema y asma.
CRESTOMATIA DEL CONDE YNDIANO DE BALLABRIGA
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