Antonio Pozo Indiano
El asunto éste
del emprendimiento con el que le lavan el cerebro a millones
de jóvenes y mayores de hoy en día es uno de los mayores fraudes morales y
docentes que conozco. En realidad, es una religión ortodoxa importada de
Estados Unidos, el país de “esto no pasa en Estados Unidos”, que parece
el eslogan de muchos quintacolumnistas españoles para denigrar los defectos de
España a costa de ensalzar las supuestas virtudes del país de Trump donde, para
empezar, agarran el coche hasta para ir a echar un pis estando alguien en su
propia casa.
Las veces que
he asistido a cursos o charlas sobre el emprendimiento, me ha
parecido estar en un templo evangélico-protestante donde sólo faltaba exclamar
“¡Aleluya!” cada vez que el predicador de turno se extasiaba con las buenas
nuevas del mercado. Hace años leí en una publicación especializada en
emprendimiento que eso de emprender podría terminar siendo algo parecido a la
película de los años 60, La familia y uno más, sólo que el título
habría que cambiarlo por el de La familia y uno menos que es
por supuesto el emprendedor.
Es decir, por
emprender se entiende un sinvivir, un dar la vida o, al menos, la
salud, por unas monedas para sobrevivir. No explican los enseñantes
esto a fondo ni se detienen a desmenuzar la perspectiva histórica y el contexto
en el que se desenvuelve el emprendimiento, no, al revés, el mercado es la
tierra prometida y el emprendimiento la forma de llegar y asentarse en ella.
Sí, pero, ¿a qué precio? Al que sea, todo por la patria mercantil, por el dios
Mercado, ¿o es que nos creemos que vamos a vivir sin trabajar? Se
acabó eso de “a mi trabajo acudo, con mi dinero pago”, ahora el trabajo te lo
creas tú aunque no sirvas y si no sirves es porque eres de una raza inferior,
que la selección natural económica te lleve por delante si no intentas imitar a
los jóvenes magnates sin corbata pero con camiseta, tipo Zuckerberg o Bezos,
esos nuevos empresarios que, oh, sorpresa, en lugar de mejorar las condiciones
laborales de sus trabajadores las han empeorado ante el asombro de los viejos
magnates que ahora les temen y se están uniendo a ellos.
He aquí
los consejos que les
dan a los emprendedores, por su bien, los doce errores que no deben cometer: Error 1: crear un producto innecesario. Error 2: el producto
está dirigido al nicho de mercado erróneo. Error 3: que exista demasiada
competencia para el producto. Error 4: casarse con la idea de negocio. Error 5:
gastar más de lo que se tenía. Error 6: hacer una mala administración del
negocio. Error 7: mala relación entre los socios. Error 8: cuando una persona
quiere hacer de todo en la empresa. Error 9: no innovar en la empresa. Error
10: producir en exceso. Error 11: no contar con estrategias de promoción. Error
12: servicio al cliente deficiente
Hay más
errores pero son de mi cosecha. Error 13. No tener unos papás que te den pasta y sopa boba.
Error 14. No tener quién o qué te avale ante un banco. Error 15. Creer que el
mercado es lo único válido para un ser humano. Error 16. Creer que
emprendimiento es también escribir versos o novelas o pintar cuadros por amor
al arte, no a la venta. Error 17. Caer en la trampa de quienes te dicen que ser
funcionario es cosa de vagos. Error 18. Haber nacido en estos tiempos. Error
19. Emprender en Filosofía. Error 20. Creer en mí, no lo haga, querido lector,
pertenezco a la raza inferior antes mentada.
SEVILLA / EL Correo de Andalucia
05 FEB 2019 / 08:51 H - ACTUALIZADO: 05 FEB 2019 /
08:56 H.
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