Antonio Pozo Indiano
Con la III Dinastía aprendieran a hacer
pirámides, con la IV alcanzaron la excelencia en Giza y Dasur y con la V parecieron olvidar cómo se construían con
las perfectas características de sus predecesores. No obstante, hasta el
Imperio Nuevo se siguieron levantando algunas, aunque sus materiales eran
peores y no han podido pervivir hasta la actualidad
A partir del inicio
del Imperio Nuevo, en el año 1550 a. C, se considera
tradicionalmente que los egipcios dejaron de construir sus estructuras más
características, las pirámides,
sin que quedaran nunca del todo claro las razones de este cambio en las
preferencias arquitectónicas. Las pirámides, no en vano, fueron sustituidas por
tumbas excavadas en las montañas, las cuales eran mucho más eficaces a la hora
de evitar los saqueos.
Puede, incluso, que
no dejaran de construir pirámides hasta avanzado el Imperio Nuevo,
solo que lo hacían de peor calidad y nunca alcanzaron las dimensiones de otros
tiempos. Así, entre las muchas teorías barajadas para resolver este clásico
misterio de la Historia, está la posibilidad de que los cambios de materiales y
de las técnicas de construcción provocaran que las estructuras fueran más
inestables y no hayan sobrevivido hasta nuestros días.
Fue a principios de la Dinastía III(sobre el año 2700 a. C.) cuando las
mastabas se empezaron a transformar en pirámides
La pirámide nació como
la evolución lógica de la mastaba, la sepultura usada por los soberanos
del período arcaico de Egipto. Aunque no se sabe la razón por la que fueron
desplazadas por las pirámides, posiblemente la aspiración de alcanzar mayor
altura, ambas construcciones compartían la misión funeraria de «contener la
esencia del rey por toda la eternidad». Fue a principios de la Dinastía
III(sobre el año 2700 a. C.) cuando las mastabas se empezaron a transformar
en pirámides, que, inicialmente, eran escalonadas, muy parecidas a las que
podemos encontrar en las antiguas civilizaciones de América. Estas primeras
pirámides, como la Pirámide escalonada de Dyeser, en Saqqara, eran
construidas en forma de diversas gradas, como si se tratase de una escalera
hacia el cielo.
El enigma de cómo se construyeron
El
otro gran misterio en torno a las pirámides es, ¿cómo fue capaz está
civilización de levantar estructuras de tales dimensiones conformadas por
bloques de piedra maciza? Muchas son las hipótesis desarrolladas incluso desde
los tiempos de la Antigua Grecia – Herodoto sugirió que
usaron poleas– para explicar qué técnicas emplearon los egipcios, pero nunca se
ha dado con una respuesta definitiva, puesto que no se han conservado ningún
documento cercano al periodo sobre su construcción. La respuesta más aceptada
es que emplearon una combinación de «ingenios» de madera para desplazar los bloques: trineos, rodillos y rampas.
En
total, se han hallado más de cien pirámides de la época faraónica en Egipto.
Construcciones de diversas dimensiones, dedicadas tanto a reyes como a nobles y
grandes artesanos, entre las que destaca la Gran pirámide de Guiza por su
enorme tamaño. En tiempos del faraón Keops de la IV Dinastía del Antiguo Egipto, la Gran pirámide de
Guiza fue levantada en un emplazamiento que ocupan también otras dos de
gran tamaño (la de Micerinos y la de Kefrén) y fueron requeridos unos 2.300.000
bloques de piedra. Es por esta razón, que incluso hoy se suceden las teorías
para encontrar una respuesta a cuál fue el método aplicado para poner en marcha
una operación de ese tamaño. En 2007, el arquitecto francés Jean-Pierre Houdin planteó la posibilidad de
que las piedras de la Gran Pirámide fueran
transportadas a través de una rampa exterior hasta una altura de 45 metros.
Desde ahí los bloques habrían sido subidos por otra rampa en espiral, montada
en el interior de la propia pirámide.
Después
de las proezas de la IV Dinastía, las siguientes generaciones no llegarían a
alcanzar una perfección tan elevada en la construcción de pirámides, siendo el
ejemplo de la poca consistente Pirámide de Abusir una prueba de retroceso
técnico. De hecho, en los siguientes siglos el diseño y la elaboración también
irían a peor. Y si bien se ha aceptado tradicionalmente que, a partir del siglo XVI antes de Cristo, se
empezó a abandonar su uso, lo cierto es que existen referencias a estas
estructuras en periodos posteriores. Sin ir más lejos, los reyes nubios (Dinastía XXV) se hicieron
enterrar en lo que eran pequeñas y desdibujadas pirámides. No obstante, y aquí
puede estar el quid de la cuestión, desde el
Imperio Medio se empezaron a hacer con materiales más
perecederos, madera, ladrillo y adobe en su interior, con lo que muy pocas han
llegado hasta nuestros días igual que las anteriores.
Peores materiales, pero no peores técnicas
En
relación a la incapacidad de estas pirámides más «modernas» de pervivir al paso
de los siglos, el ingeniero Peter James llegó
a una curiosa conclusión analizando el revestimiento de la Pirámide Acodada, una de las construcciones más
ambiciosas de la Antigüedad y que se conserva intacta en su estructura a pesar
de tener el aspecto externo de haber sido deformada por la mano de un gigante.
«En la medida en que los egipcios
desarrollaron técnicas de construcción más precisas, eliminando los huecos
entre las piedras, las estructuras eran menos capaces de absorber los flujos y
reflujos de piedra caliza que tienen lugar en Egipto», defiende el
ingeniero en un estudio publicado en 2013 por la revista «Structure» como teoría más
probable para justificar el deterioro estructural que sufrieron las pirámides
precisamente cuando las técnicas se
perfeccionaron. Las lisas fachadas de las pirámides «modernas» se
rompían, a causa de la contracción y dilatación provocada por los bruscos
cambios de temperatura en la zona, y filtraban las arenas del desierto que
fueron quebrando desde dentro las edificaciones.
«En la medida en que los egipcios
desarrollaron técnicas de construcción más precisas, eliminando los huecos
entre las piedras, las estructuras eran menos capaces de absorber los flujos y
reflujos de piedra caliza que tienen lugar en Egipto»
La
poca estabilidad de las nuevas pirámides y su incapacidad de proteger los tesoros
frente a los saqueadores, hizo que a partir de la Dinastía XVIII empezaran a usarse de forma
generalizada los hipogeos, grandes edificaciones subterráneas, para enterrar a los
faraones. Durante el Imperio Nuevo –el periodo de máximo esplendor de
la civilización faraónica– se construyeron importantes tumbas reales en forma
de suntuosas mansiones subterráneas en el enclave hoy denominado Valle de los
Reyes, que se encontraba junto a la capital de la época, en la zona actual de Luxor.
César Cervera
24-2-2019
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